No permitamos que las apariencias engañen...
LLEIDA TOÑY CASTILLO
Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo; un pobre infeliz de poca inteligencia que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas. Diariamente algunos hombres llamaban al simple, al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de cincuenta céntimos y otra de menor tamaño, pero de un euro. Él siempre elegía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió: Lo sé, no soy tan tonto, vale dos veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguecito acabará y no voy a ganar más mi moneda. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo. "El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto…, que aparenta ser inteligente".
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