23 de novembre 2006

Lazos de sangre, lazos de muerte…

Despojamos a la rosa de su espina defensiva y natura, y en cambio nos hemos acostumbrado a vivir rodeados de espinos metálicos que nos cercan en fronteras de alambre para aislarnos de peligros imaginarios. Ni personas ni animales pueden ya migrar hacia territorios que siempre les fueron propios. Se han roto los lazos de sangre, y en todo caso cada día nos es más familiar la sangre que tiñe el roído alambre de espino, creando lazos de muerte…