13 de juny 2007

Literatura… Más allá de años… Vigencia e inmortalidad

LLEIDA TOÑY CASTILLO

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no de esotra parte en la ribera dejará la memoria en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas, que han gloriosamente ardido, su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán cenizas, mas tendrán sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.

¿Bello, no? Hemos de agradecérselo al Poderoso Caballero del Siglo de Oro Don Francisco de Quevedo.

Hace unos días releí unos poemas de esos que hablan que el amor es eterno, de esos que dicen que sin él, la vida solo se vive.

Don Paco me hizo como otras tantas veces esbozar muecas identificadoras alimentando mi alma.

Mucho Don es este Señor de la Literatura Magna, que con el mismo sentimiento te hace cómplice de carcajadas irónicas que te envuelve en ringlotes de sentimientos. Gracias Don Francisco de Quevedo.

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