Un paseo por el camino primitivo...
Regreso con el alma tranquila, después del camino. Sin calor, sin arrepentimiento. Con el corazón despejado, sin inquietud en la mirada. Ahora, después de vivir al ritmo de mis pasos, todo me parece más intenso.
Empezamos el camino en Oviedo, ciudad pequeña y acogedora, con inmensos árboles de sueños a cada lado del camino sombreando nuestras cabezas, acariciando las miradas. Senderos poco transitados. Caminos de piedra, de historia y vida. Laderas verdes, primitivas. Sierras excepcionales ante nuestros ojos. Alegría tranquila de las gentes.
Descubrimos paisajes salvajes, gentes con sonrisas regaladas. Sencillez del campo, de la montaña, de la esperanza. Rincones de singular belleza, pueblos con arquitectura tradicional.
Aldeas con peculiares nombres y que de otra manera distinta sería difícil conocer: Picarín, Premoño, Peñaflor, Cornellana, Casazorrina, Tineo...
Un paseo por la Asturias profunda, bella, virgen, nítida. No llegamos hasta Santiago, pero disfrutamos esos más de 80 km de paisaje. Volveremos…
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